Sotobosque en los Tilos de Moya
Un lugar para volar bajo...
Existen muchas guerras más allá de las que vemos en los telediarios, guerras donde los muertos no se ven por la televisión, son guerras que se libran en nuestro interior.
Existe un enemigo que viene de un lugar desconocido, un lugar oscuro, un lugar al cual no queremos entrar, miramos para otro lado, un sombra que no existe, un dolor interno, un pasado que pesa, un presente que es un espejismo, un futuro que tememos.
Cada día este enemigo quiere conquistar nuestro territorio, sus armas no destruyen casas, no hay heridas, todo queda en nuestro interior, nadie lo ve, caminamos por la calle, sufrimos, somos atormentados por explosiones, por misiles dirigidos a nuestro SER.
Nuestra mente es un territorio que debemos preservar, allí somos libres para pensar.
Utilizamos la mente para hacernos daño, noches sin dormir, estrés, ansiedad y una larga lista de comportamientos destructivos.
Donde esta la solución a este rompecabezas, muchas personas llenan su mente con ruido, construyendo un muro, una protección contra la gran verdad, esa verdad que se mueve entre las trincheras con un cuchillo entre los dientes, preparada para saltar a nuestra yugular.
Es nuestra responsabilidad librar esta batalla, creciendo, descubriendo, trazando una estrategia que nos lleve a conquistar este hermoso territorio, allí donde los sueños comienzan, donde las ideas surgen.
La mente surgió cuando tuvimos conciencia de nuestro SER, escuchando , hablando, cerramos la boca y nuestros pensamientos hablan por nosotros, cerramos nuestros ojos y vemos más allá de esta dimensión.
La clave esta en la forma en que nos hablamos, las imágenes que traemos a nuestra mente.
Es sencillo, nada es bueno o malo, interpretamos nuestra realidad, lo que vivimos, pasado, presente, futuro.
Hay que pasar por la catarsis de nuestro SER, para llegar a un estado de transformación.
SER una persona que pone luz en la oscuridad, que se compromete a escucharse, poniendo compresión en lugar de castigarse.
Una persona que comprende su realidad, sus batallas, sus sueños, incluso sus pesadillas, dándoles un valor, una razón de SER.
¿Para qué? para caminar por la vida sabiendo que tiene control, incluso cuando no lo tiene, para afrontar los retos que la vida le propone, con un aliado su mente, un buen amigo que siempre estará a su lado.
De nosotros depende la forma de afrontar nuestra realidad desde el conflicto, o desde la tranquilidad.
El tiempo nos ofrece una gran oportunidad para mirar al pasado con perdón, al presente con acción y al futuro con esperanza.
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